miércoles, 2 de abril de 2014

2 de abril, una fecha confusa

El 2 de abril es una de esas fechas que me complican y confunden. Se condensan tres situaciones que, al menos yo, analizo por separado, aunque evidentemente están interrelacionadas.
En primer lugar el reclamo sobre la soberanía de las islas. Dado que soy un gran crítico de la soberanía territorial del Estado-nación, donde cuestiono incluso la existencia de Argentina, el reclamo de soberanía basado en el territorio (y la historia) me resulta contraproducente en tanto la experiencia territorial de Argentina incluye genocidios, por lo tanto no veo como un reclamo territorial de 1833 se diferencia de la visión expansionista de la generación del 80. En cambio el reclamo de que no sean inglesas, es decir el anti-imperialismo (presencia militar de la OTAN) es una posición que encuentro fácilmente defendible y sobre la cual creo que se debe avanzar.
Las otras dos situaciones son la dictadura militar y la guerra en sí misma. Sin dudas, que en un momento de retirada de las fuerzas militares, la sociedad (en términos generales) haya apoyado la decisión militar muestra el efecto que tenía (y sigue teniendo) el nacionalismo como fuerza ideológica y de coacción. Que incluso al día de hoy, una decisión tan drástica tomada por el más nefasto gobierno de la historia pueda ser relativizada marca la complejidad del asunto.
Finalmente la guerra, que muestra nuevamente toda la bajeza moral e incapacidad política de las fuerzas armadas. Sin lugar a dudas creo que fue un error (más allá de la validez o no del reclamo). Desde el minuto 1 se estaba condenando a los soldados, y más allá de la falta de armamento, de táctica y de otros aspectos que al menos yo considero irrelevantes, en términos políticos, la guerra condenó a futuro (se sigue pagando el precio hoy) la posibilidad de un reclamo diplomático y responsable.
 Me parece un error considerar como héroes a quienes fueron a pelear (por propia voluntad, por conscriptos o cualquiera sea la razón) y creo que es momento de empezar a ver que, al igual que toda la sociedad, fueron víctimas directas de la dictadura, engañados en una estrategia política de supervivencia justificada en una falsa mitología del territorio nacional. Obviamente son valorables los casos individuales que tuvieron que sobreponerse a una situación extrema.
Por lo tanto, el 2 de abril me resulta una fecha confusa, que mezcla al peor gobierno de la historia en una lucha armada contra una potencia imperial, con una tradición nacionalista argentina (que siempre fue, es, y será de derecha) con un reclamo justificado justamente en algunos de los peores aspectos de la sociedad argentina.